HOJA DE SALA
Contemplé aquella Luna
y ahora acompaño a mi sombra
mientras vuelve a casa
Sodô
La exposición de Jesús Chacón Acompaño a mi sombra en Eldevenir Art Gallery ofrece una retrospectiva condensada que permite apreciar su constante experimentación, incluyendo desde uno de sus primeros fotomosaicos a las sofisticadas puestas en escena de la serie Fotogramas.
Chacón empieza a trabajar como fotógrafo profesional en moda y publicidad a finales de la década de 1990, mientras se aleja de esa faceta va consolidando sus proyectos más personales dentro de la escena artística. Precisamente comienza esta exposición con una de sus primeras obras, Kabilia, fotomosaico con tintes surrealistas, donde se intuyen ya algunas de las cuestiones que son centrales en su trayectoria creativa: la percepción del espacio mediante el artefacto fotográfico, el ser humano como eje de preguntas clave, así como la ruptura con el instante único para ofrecer sugerencias al espectador a fin de que construya su propia narración.
En la primera de las series expuestas, Instantes/Invisibles, Chacón aísla a los caminantes, los sitúa en un escenario carente de cualquier signo que pueda evocar el entorno. Transeúntes de un espacio infinito, donde se ha suprimido todo atisbo de la ciudad, cada uno aparece acompañado únicamente por su propia sombra. No se sabe nada de ellos, hacia donde se dirigen, ni si van o vuelven, se encuentran felices o tristes… Decía Vita Sackville-West que “En la sombra de un hombre que camina hay más enigmas que en todas las religiones del mundo”. Todo son preguntas para el espectador que, al observar cada pequeño personaje, empieza a ser consciente de su propio desconcierto ante ciudades que desgraciadamente son cada vez menos humanas, de la disolución del ser en espacios que le son extremadamente ajenos. Paradójicamente, en las fotografías de Chacón sólo el diálogo con sus sombras parece anclarlos a sí mismos y a una cierta realidad, dentro de esa ciudad transformada en ciclorama infinito carente de toda perspectiva. Aquí la sombra se constituye en metáfora del destino que arrastramos o quizás del alma embutida en nuestro cuerpo, a la que sólo a veces permitimos que nos guíe como en el haiku de Sodô.
Desde esos personajes anónimos, en un giro de 180º, Chacón vuelve su cámara hacia lo particular y lo individual en Miradas de una ciudad, construyendo una serie de retratos en primeros planos. La cámara se convierte en un aliado del fotógrafo para escudriñar la propia personalidad de los retratados. Le interesa captar el alma de su ciudad, las personas que le dan vida, que la conforman de forma única y, especialmente, todos aquellos vinculados de una u otra forma a las actividades artísticas. Aunque elaborada en un blanco y negro exquisito, incluso, con una iluminación clásica, eliminando todo artificio, Chacón consigue que el detalle y la atención al momento permitan que cada personaje recogido comience a dialogar con el espectador, a presentarle un nuevo aspecto de la ciudad, explicarle sobre su profesión, sus ilusiones e intereses artísticos.
En Ausentes bucea otra vez en el aislamiento del individuo, no por la ciudad como en Instantes/Invisibles, sino por los dispositivos electrónicos. En la primera parte de esta serie las personas fotografiadas aparecen concentradas en sus teléfonos móviles en la oscuridad, con sólo la tenue luz azul que se filtra de ellos. Sin señales de un espacio concreto parecen petrificadas por el hechizo de esa luz hipnotizante que emana de sus dispositivos.
Creo que esta serie mantiene una clara conexión con la serie Instantes/Invisibles, pues ambas reflejan el aislamiento, la inexorable percepción de cada ser humano como individuo único aquí y ahora. El espacio anónimo de las ciudades en la serie Instantes/Invisibles es sustituido por las tinieblas densas de los fondos, aludiendo a la caverna platónica desde la cual sólo podemos observar el mundo a través de las imágenes visibles en nuestros teléfonos móviles. Alejados de toda realidad y embarcados en esta dinámica creemos en lo virtual, quizás solamente porque al ofrecer imágenes luminosas y coloridas parezcan más reales que las oscuras sombras del relato de Platón.
Esta intensa retrospectiva finaliza con algunas imágenes de su serie Fotogramas, en la que recurre a sofisticadas puestas en escena donde colaboran estilistas, peluqueros, maquilladores y escenógrafas. Recrea instantes significativos que plantean la capacidad de la fotografía de condensar una historia en una imagen. Enfrentados al presente continuo de una instantánea, los espectadores prefieren habitualmente la solución fácil de concentrarse en lo obvio, en lo expuesto sólo en la superficie de las fotografías. Sin embargo, Chacón aspira a que los detalles de la escena, los objetos, las actitudes de los personajes… sean un punto de partida para que el espectador construya su propio relato trascendiendo el presente continuo de la imagen.
Interesa destacar el planteamiento de estas escenas, alejadas de la frialdad que rezuman las fotografías de autores anglosajones como Gregory Crewdson o Jeff Wall, donde la incomunicación, el conflicto o la tensión son claramente palpables. Herederos de las atmósferas tensas de las pinturas de Edward Hopper, domina en ellas un estatismo a veces chirriante y una clara distancia emocional con el espectador más meridional. Aún manteniendo la intriga de las mejores obras de los mencionados, Chacón construye sus imágenes con alma mediterránea, logrando que sus personajes evoquen situaciones cercanas al espectador de estas latitudes. En algunas como Merienda o Confinadas podemos apreciar signos indudables de una empatía, humor y ternura muy especiales.
A lo largo de dos décadas Chacón ha elaborado un cuerpo de obra muy interesante, donde el espectador puede sencillamente deleitarse en su contemplación como fotografías de exquisita factura; pero al mismo tiempo le enfrenta a cuestionarse sobre sí mismo como individuo, sobre su relación con la ciudad y con la tecnología, además de sugerirle que se convierta en un espectador más activo complementando las historias que sutilmente esboza con sus fotografías.
Manuel Santos Alguacil
Málaga, noviembre de 2020